En casi todos los aspectos de la vida, uno empieza como un aprendiz. Hasta Lionel Messi, en su momento, no podía parar la pelota a la primera. Pero con el tiempo, la práctica y la repetición, las acciones se vuelven automáticas.
Piensa en cuando aprendiste a manejar. Al principio, estabas tenso, ibas lento, mirabas los espejos mil veces y te preocupabas de cada paso: pisar el embrague, pasar el cambio, soltar el embrague, pisar el acelerador… Todo era un desafío. Hoy, te subes al auto y manejas sin siquiera pensarlo, con música, conversando, y solo prestas atención cuando pasa algo excepcional, como un choque o ver a la policía.
En las apuestas deportivas, pasa lo mismo. Al principio, ni entendías cómo se calculaba tu ganancia, multiplicabas con la calculadora, te sorprendía que los «fijos» pagaran poco y los partidos más difíciles, mucho más. Creíste que era fácil: «¿Cómo no va a ganar el Liverpool?»… y luego ni siquiera meten un gol. Fuiste explorando más opciones: «más o menos de 2.5 goles», «goleador», «ambos anotan». Hoy, ya revisas hándicaps asiáticos, estadísticas avanzadas y métricas específicas.
El problema: El exceso de confianza
Mucha gente cree que por llevar años apostando, se las sabe todas. Empiezan a evitar apuestas simples como a ganador y se obsesionan con jugadas complicadas. Un caso típico es el tiros a puerta, rangos de goles, bet builders, y en cosas medias obvias, dejan plata en la mesa, como con el «pago anticipado»: en lugar de apostar a la mejor cuota, prefieren dejar dinero sobre la mesa solo por la posibilidad de ganar con dos goles de ventaja, aunque eso ocurra rarísimas veces.
Pero lo peor es cuando se van por las ramas solo para demostrar que saben. Esto es una estupidez.
Ejemplo clásico: las promociones y las misiones
Si una promo te pide apostar a cuota 1.50 o más, ¿para qué te complicas con un Bet Builder lleno de condiciones absurdas? ¿Por qué apostar a tiros al arco de un jugador random o a goles en un rango específico de tiempo?
Esto en póker se conoce como Fancy Play Syndrome (FPS) o Síndrome del Juego Elegante. Básicamente, es cuando te pones a hacer jugadas de película queriendo parecer un genio… y terminas regalando fichas como un cajero automático.
¿Cómo se ve en el póker?
Tienes una mano buenísima, pero en lugar de apostar normal, decides ponerte creativo: haces check, luego una apuesta rara, después cae una carta que te mata la jugada, y terminas con un bluff innecesario. El rival te paga con cualquier cosa y te gana. Intentaste hacerte el estratega de élite y terminaste perdiendo como un payaso.
¿Cómo se ve en apuestas deportivas?
Era tan fácil apostar al ganador, doble opción o a goles… pero no, fuiste a apostar a los tiros a puerta del tercer delantero, porque leíste en un foro raro que el defensa que lo marca ayer en la práctica se resintió. O peor, apostaste a «gol desde fuera del área» porque creíste que Courtois se adelanta mucho.
Hazla fácil
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- ¿Te gusta el Atlético? Juega a la doble oportunidad.
- ¿Te gusta el Real? Apuesta a «empate no válido».
No necesitas meterte en apuestas rebuscadas como «total de remates de Javi Galán» o «primer evento del partido». Los ‘gurús’ de Telegram y Facebook aman estas complicaciones para parecer máquinas, cuando lo más rentable es ir por lo simple.
Conclusión: simplifica tu juego
¿Te reconociste en esto? Cámbialo, de a poco. Michael Jordan primero aprendió a tirar tiros libres, luego a driblear, después la bandeja y finalmente la clavada. Paso a paso. Como manejar, llegará un momento en que apostar bien será automático. Hasta entonces, hazla fácil.
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¡Abrazo!
El Rey del Bono
